Vladimir Putin es considerado un nuevo zar en Rusia y hasta con más poder que aquellos monarcas de siglos pasados.

Son múltiples las voces de denuncias contra las violaciones de los derechos humanos en esta nación para consolidar una dictadura de facto.

Relatores especiales de la ONU alertan sobre lo que consideran “un patrón de supresión de los derechos civiles y políticos en ese país”.

Los abusos del régimen de Putin arreciaron desde que decidió invadir Ucrania.

Las amenazas a las libertades (en especial la de expresión) se intensificaron contra todo el que cuestione la acción militar de Moscú.

Vladimir Putin el cierre de las libertades

Vladimir Putin ha cerrado los espacios de la sociedad civil al silenciar la disidencia pública.

Los medios de comunicación independientes también están en la mira.

Su régimen modificó la ley sobre los denominados agentes extranjeros u «organizaciones indeseables».

 

Lo anterior supone que voces independientes, como los defensores de los derechos humanos y los medios de comunicación independientes, sean censurados.

Putin alcanza ya 20 años en el poder en Rusia.

Como otros regímenes dictatoriales, usa los procesos electorales como una gran cortina de disimulo para hacerse de un baño de legitimidad.

¿Cómo logra ese disimulo legal?

Con la persecución a sus opositores más fuertes y la configuración de una normativa a la medida.

Un caso aterrador ha sido el de Alekséi Navalny, muerto en extrañas circunstancias en prisión.

¿El suicidio como método de «limpieza» política?

Pero, no es el único hecho de este estilo.

El “suicidio” en Rusia, según alarmados observadores foráneos, parece ser un mecanismo alternativo para deshacerse de personajes incómodos.

Vladimir Putin, la “Polilla pálida” en sus tiempos de espía en la KGB, es ahora llamado “Putler.

Es en un juego de palabras con su apellido y el de Hitler.